" Penetrando con el pensamiento el conjunto de la descripción del Libro del Génesis 2, 18-25, e interpretándola a la luz de la verdad sobre la imagen y semejanza de Dios (cf. Gén 1, 26-27), podemos comprender mejor en qué consiste el carácter personal del ser humano, gracias al cual ambos —hombre y mujer— son semejantes a Dios. En efecto, cada hombre es imagen de Dios como criatura racional y libre, capaz de conocerlo y amarlo. Leemos además que el hombre no puede existir «solo» (cf. Gén 2, 18); puede existir solamente como «unidad de los dos» y, por consiguiente, en relación con otra persona humana. Se trata de una relación recíproca, del hombre con la mujer y de la mujer con el hombre. Ser persona a imagen y semejanza de Dios comporta también existir en relación al otro «yo». Esto es preludio de la definitiva autorrevelación de Dios, Uno y Trino: unidad viviente en la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. " (Carta Apóstolica Mulieris Dignitatem Sn Juan Pablo II, 15.VIII.1988 No.7)
Reflexión con perspectiva josefina:
¡Dios nos hace racionales y libres para ser capaz de conocerlo y amarlo! ¡Cuán sagrada es la racionalidad y la libertad que Dios nos da, y que mal uso hacemos de ellas! … ¡Qué hermosos son los designios de Dios que nos quiere vinculados profundamente con Él y con los hermanos! Nos hizo para ser comunidad, para estar unidos en el Amor. Nadie puede Amar sólo, el Amor exige vínculo, existir en relación al otro «yo». Y en la relación hombre y mujer esta imagen y semejanza se vuelve vida y compromiso, se hace familia. ¡Bendito sea Dios Uno y Trino! Unidad y comunidad perfecta, Santo, Santo, Santo... bendice nuestros vínculos y haz que permanezcamos en tu Amor.
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